Mocedad y estudios de pintor (1889 – 1912)

NACIMIENTO Y MOCEDAD:

Año 1889 – Nace en la ciudad de Montevideo, en la quinta familiar de la Avenida 8 de Octubre en la Villa de la Unión, el 14 de Octubre, siendo sus padres el Agrimensor Guillermo P. Rodríguez Reyes (1860 – 1912) y Sara Pol Joanicó, ambos de origen uruguayo.Su abuela materna Escolástica Inés Reyes, descendiente de españoles canarios, era bautizada en la Iglesia Catedral de Montevideo en 1839. Tiene 2 hermanas mayores: Sara luego casada con Machin Avellanal, Lía casada con Rogelio García Fuentes, y un hermano menor Ing. Agrónomo Sócrates, que casará con Catalina Strehl (francesa).

Desde el colegio se destaca por su vocación por el dibujo y pintura. Su padre era además periodista y poeta romántico a fin de siglo 19, publicando versos en diarios y revistas, e integrando la camarilla literaria y artística de esa época. Lo prueban recortes de Montevideo de la época, que recién fueron recopilados en un libro en el año 1952, obteniendo Premio las xilografías que lo ilustran ejecutadas por su hijo.

Su padre también ejerció el periodismo en la juventud y fue Secretario de redacción de «La Razón» en la época de Daniel Muñoz. Luego incorporado a los revolucionarios del Quebracho (1885) contra el dictador Santos, el destierro lo llevó a Buenos Aires, donde trabajó en la Secretaría de «La Nación». Vuelto al Uruguay actuó en la redacción de «El Día» junto a José Batlle y Ordóñez. Como agrimensor luego llegó al cargo de Director Técnico del novel Banco Hipotecario.

El futuro pintor, acompañando a su padre agrimensor en los trabajos, a caballo y en carruajes, y aún en diligencias, conoció los suburbios y campos que rodeaban a Montevideo, reteniendo en su imagen las escenas de campaña y de transporte rural que luego desarrollará en su mundo pictórico.

En el Año 1906 inicia sus estudios artísticos con el Pintor español Gutiérrez Rivera, y con Luis Queirolo Repetto (1862 – 1947), éste de origen genovés. Recibe el apoyo de su padre, a quien manifiesta que quiere ser pintor. El buen ambiente culto de su hogar favoreció su desarrollo artístico. Realiza primera exposición de cinco cuadros en el salón Maveroff, como novicio pintor de 16 años de edad provocando un artículo en el año 1906 en «El Día» titulado «Un Pichón de Pintor», que firma el crítico Luis O Bollo y dice: «El jovencito que tan valientemente se inicia en el arte, con luminosidades de paleta que recuerdan la escuela meridional italiana, es Guillermo Rodríguez (h).»

AMBIENTE SOCIAL:

Aunque no concurrirá a peñas de cafés, características de la época para artistas e intelectuales, si realiza tertulias o reuniones de alto nivel en su estudio o en su casa, en los clubes o asociaciones artísticas y de enseñanza, con profesores y colegas, y también nativistas o folklóricas. Podría citarse, entre muchos otros, a los contemporáneos, poetas y escritores, Fernán Silva Valdéz, Eduardo Salterain Herrera, Esther de Cáceres, Carlos Reyles, Montlel Ballesteros, Mario Radaelli, Vicente Basso Maglio, Sabat Ercasty, Emilio Oribe y Sra., Raúl Montero Bustamante, Julio Casal, Raúl Mendilaharsu; y escritores y poetas nativistas. Escultores Antonio Pena, Edmundo Prati, Zorrilla de San Martín, Moller de Berg; compositores Eduardo Fabini y A. Broqua, músicos de la época, y pintores, como el joven Felipe Seade (1912-1969) en la juventud, Petrona Viera, César Pesce Castro y muchos pintores y grabadores jóvenes a quienes trataba de ayudar u orientar.

En Maldonado, larga amistad durante toda su vida con el profesor y escritor Francisco Mazzoni, desde 1917, actuando por dos años como docente del nuevo Liceo Departamental. Posteriormente ilustró libros de Mazzoni, existiendo como 18 cuadros y grabados en el actual Museo Regional de Maldonado, del cual Francisco Mazzoni fue su creador.

En el Año 1909 – asiste al «Círculo de Bellas Artes», fundado en 1905, único centro de la época, bajo la enseñanza del Pintor Carlos María de Herrera, con Pedro Blanes Viale, Pedro Figari y Milo Berreta, quienes en posesión de una vasta cultura sobre arte, contribuyen a plasmar en su espíritu un elevado concepto sobre la pintura moderna especialmente. Pinta paisajes del Prado, de las quintas y jardines, temas nacionales y criollos, puertos, playas, escenas de campo, el puerto y la costa, flores, paisaje uruguayo. También siguiendo a su maestro Pedro Blanes Viale incursiona en las Sierras de Minas (Arequita) y quintas de Montevideo.

SEMBLANZA DEL ARTISTA:

El Uruguay, que fue poblado por algunos indios en pequeñas tribus, no tuvo ningún arte autóctono ni civilización aborigen que influyera. Los colonizadores españoles y portugueses dejaron su arquitectura en Iglesias, Cabildo y fortificaciones en Montevideo, mas fortalezas y el casco de Colonia, construcciones de las misiones guaraníticas, pero en reducido número.

La falta de un arte español dominante, permitió la penetración italiana y francesa en la cultura uruguaya. Y en la pintura, el rubro «paisaje» no tenía desarrollo y solo era acompañando otros elementos como retratos, arquitectura, hechos bélicos o históricos, etc.

El paisaje nacional como tal, recién se desarrolla a principios del siglo 20, con los pintores uruguayos nacidos a partir de 1880 aproximadamente, y Guillermo C. Rodríguez, nacido en 1889, se inicia como paisajista, con la influencia impresionista a través de su maestro Pedro Blanes Viale para luego evolucionar sin llegar a ningún «ismo».

Fue un independiente, no imitó ni siguió ningún grupo artístico, pues quiso desarrollar su personalidad en un naturalismo figurativo dentro de un clima postimpresionista, interpretando el paisaje de su tierra y geometrizando o transformando los temas con gran riqueza de color. Para interpretar la obra de un pintor hay que ubicarla en el medio y en la época que se realizó, y por ello es importante su biografía.

El pintor Guillermo C. Rodríguez se empeñó con amor y emoción en su pintura en las técnicas que dominaba, fuera óleo, acuarela o pastel; y también en sus grabados a partir de 1933, en fijar la identidad y recrear las imágenes criollas del país, de tal manera que no se olviden. Y como hizo el gran pintor Pedro Figari al recrear un universo de temas en su pintura, insiste en los paisajes típicos uruguayos. Así los describe, no desiertos o vacíos sino poblados por diligencias, carretas, ranchos, ombúes, caballos y vacunos, ovejas, cerros y piedras, pinos y playas, flores criollas y cactos y hasta pájaros, charabones y chivas, gauchos en tareas rurales y sociales, y enramadas y pulperías. Ha realizado unas doscientas planchas o grabados, número importante para cualquier grabador, aún dedicado a ello solamente. También realizó algunos retratos familiares, episodios históricos, pasajeros de ferrocarril y de playa, escenas de circo.

Sus estudios iniciales le permiten ejecutar buenos «croquis» de cualquier tema, y guardarlos como futuros detalles o documentos. Son excelentes y expresivos sus croquis de gauchos, animales criollos, escenas ciudadanas.

Su dibujo es preciso y firme, define en pocos trazos lo que quiere expresar, y por ello cuando se dedicó en 1932 al grabado, no tuvo dificultades para rápidamente progresar en el arte tan especial del blanco y negro, del cual es autodidacta.

Como artista siguió sus sanos impulsos creativos, sin producir para el público o el mercado o la venta.

Ilustra con acierto varios libros de temas muy dispares y de autores uruguayos con grabados y dibujos. Toda su vida fue un pintor culto y estudioso, y ayudado por su generosidad y su natural bonhomía y comunicación fue también un apasionado docente, generoso en la enseñanza de su arte pictórico y de su arte de grabar. Fue un difusor y defensor de la cultura uruguaya, un defensor de los artistas jóvenes que debían luchar como fue toda su vida. Los artículos que más adelante citamos demuestran esta generosa posición.

Poseedor de un fino oído musical, disfruta y es un admirador de la música clásica, y por ello realiza xilografía de la cabeza de Beethoven, del natural por tener la mascarilla mortuoria en yeso colgada en la pared del taller.

Gran trabajador, madruga y tomando su mate criollo y cigarrillo, examina y juzga la tarea del día anterior. Trabaja toda la mañana y también toda la tarde, con luz natural, con el placer y alegría sana del artista que trabaja en lo suyo. Solo interrumpe para salir por su docencia o de noche en escritos o temas docentes con luz artificial, olvidándose de los sábados y domingos sin descansar.

Los Maestros del dibujo :

El crítico W. E. Laroche en su libro «El Dibujo» (de 1994) traza una historia del dibujo en el Uruguay y sus características hasta el presente.

Como dibujantes de vigencia permanente y tradicional forma un grupo que clasifica «Los Maestros» y expresa:

«Divulgados sus trabajos en libros y publicaciones diversas, hechos conocer en exposiciones retrospectivas o colectivas y así también de homenaje nacional: J.M. Blanes, C.F Sáez, C.Ma Herrera, P. Blanes Viale, E. Laroche, D. Bazzurro, C.A. Castellanos, J. Cúneo, M. Rosé, G. Rodríguez, P. Figari, R. Barradas, Torres García, y los escultores A. Pena, J. Bellonl y E. Prati, han sido objeto de estudios críticos de importancia. Constituyen la «plana mayor» del dibujo en el Uruguay».

CRÓNICA DE PEDRO FIGARI EN EL AÑO 1910.

Un artículo periodístico en diario «EL SIGLO», del Dr. Pedro Figari (1861-1938)(bajo seudónimo Jean Jacques), elogia en 1910 su exposición en «Moretti Catellí», y dice: «Entre los óleos que expone hay algunos, y no son los menos, de una robustez de colorido que no se encuentra con facilidad en las producciones de muchos maestros o titulados maestros». «El color no encierra para Rodríguez misterios profundos». «La exposición no pertenece a ningún artista consagrado, sino a un principiante, un niño casi, que ha nacido con el sentimiento del color como los pájaros con el canto».

Por el Año 1910 en Buenos Aires expone un óleo (Paisaje) integrando el Pabellón Uruguayo en la Exposición Internacional de Arte del Centenario de Buenos Aires 1910 junto con Blanes Viale y otros (hay folleto) pintores orientales.

VIAJE A EUROPA EN 1910/11.

Su maestro Blanes Viale viaja a Europa en Febrero de 1910 y permanecerá allí seis años. Su alumno Guillermo C. Rodríguez, joven de 20 años pero de carácter maduro, ávido de conocer el arte europeo, viaja por más de un año, partiendo después el 22 de marzo de 1910 al Viejo Mundo, visitando los centros de arte y estudiando en Madrid – París – Bruselas y Roma. En París se aloja en el hotel Saint Michel, sede tradicional de los sudamericanos y traba amistad con el español Anglada y Camarasa; frecuenta los cursos de las academias Colarossi y Grand Chaumiere en Mont Pamasse, centros por excelencia de los jóvenes artistas sudamericanos.

Pinta algunos óleos en Europa y envía como crítico corresponsal correo con crónicas y comentarios de hechos artísticos de París y la pintura moderna. El Día publica sus artículos, como el de los frescos de PUVIS de Chavannes (1824 -1898), firmando Guillermo Rodríguez(h). Este francés era admirado en los círculos artísticos, por su retorno clásico y sus murales. Con fecha noviembre de 1910 envía artículo sobre el pintor Eugenio Carriere que le publica La Razón, donde lo clasifica como pintor – poeta de alto grado, pues su obra es puro sentimiento.

Durante su estadía observa y estudia los cuadros de la famosa escuela de Barbizon (París), que encabezados por Corot (1796-1875) pintaban al aire libre y exaltaban el «alma propia del paisaje». Y a partir de 1874 los impresionistas provocan una revolución iniciando el llamado Modernismo, tomando el paisaje con la luz cambiante y sus vibraciones, como el maestro Claude Monet a quien admira por ser el más representativo.

Realiza visitas a todos los museos y exposiciones, y en París al famoso Hotel de Ventas de Durand Rouel, donde exponían tesoros artísticos de clásicos y vanguardistas. Paralelamente con los pintores impresionistas estudia a Paul Cezanne, lo que le servirá a su regreso para balancear su forma de expresión pictórica, como lo expresó en la entrevista del Arq. García Esteban que transcribimos más adelante en pág. 9.

En viaje de retorno de Europa, pasa días de estadía en Río de Janeiro, pinta y expone, interesándose el ex-Presidente argentino Julio A. Roca, allí de vacaciones, según crónica de un diario carioca al respecto. En el Museo Zorrilla luce un óleo de Río Janeiro, dedicado al Poeta.

Ayuda a su estadía en Europa la venta de algunos óleos en Montevideo y artículos a EL DÍA como corresponsal, firmando Guillermo Rodríguez (h).

En Bruselas expone 4 óleos con temas de París, siendo Comisario el Pintor Blanes Viale, en el Pabellón Uruguayo, temas obtenidos en su estadía en el año 1910. Con su maestro tiene reuniones esporádicas, y se reúne en Bélgica por la Exposición.

A su retorno de Europa, expondrá los paisajes al óleo obtenidos sobre todo de París, como los Jardines de Luxemburgo, con cierto carácter impresionista y valentía de color.

En artículo de C. Rossi (El Día 1912) expresa: «De sus impresiones parisinas, nos da Rodríguez cuatro o cinco notas notables: un rincón de Versalles, un trozo de Boulevard y un puente sobre el Sena, sobresalen gallardamente del conjunto».

Y finaliza diciendo: «no nos extraña en quién envió desde Europa acertadas críticas sobre las distintas tendencias de la pintura moderna».

VIAJES A EUROPA de los pintores uruguayos.

Refiere el Arq. Gabriel Peluffo Linari (en 1995) en su libro «El paisaje a través del arte en el Uruguay»: «El viaje a las fuentes de la experiencia estética contemporánea, permite a esos artistas participar de un sistema de referentes, que por primera vez, les proporciona una conciencia de grupo, sus aportes de 1910, y que después de 1920, alcanzarán la plenitud, definiendo con su obra el panorama del arte nacional en el periodo de entreguerras, signado por la pintura del paisaje».

«Las fechas de nacimiento de algunos de sus más notorios exponentes abarcan el periodo que va de 1880 a 1890: Carlos A. Castellanos (1881), Manuel Rosé (1882), Domingo Bazurro (1886), Guillermo Laborde (1886), Carmelo de Arzadúm (1888); Alberto Dura (1888), Andrés Etchebame Bidart (1889), José Cúneo (1889), Guillermo Rodríguez (1889), Humberto Causa (1890) y César Pesce Castro (1890)».

Este grupo de uruguayos realizará en su gran mayoría su viaje de estudio a Europa individualmente, único medio directo para, en esa época, apreciar el arte pasado y su evolución.

INICIACION DE PINTOR Y SU LENGUAJE

De regreso de su estadía en Europa donde admiró al impresionista Claude Monet (1840 – 1926), y estudió los movimientos artísticos modernos y sus «ismos», pero sin adherir a ninguna tendencia, expone reiteradamente en los escasos salones de la Capital, entre otros en las Galerías de Maveroff, Moretti y Catelli.-Inicia también exposiciones individuales en los liceos de Montevideo – Colonia y Durazno.Concurre a todas las exposiciones organizadas por el Círculo de Bellas Artes y Salones Oficiales.

Es interesante destacar la pintura del maestro Pedro Blanes Viale, y del importante libro de Raquel Pereda del año 1990 sobre «Blanes Viale» (1878 – 1926), extractamos (pág. 90): «Estamos en 1907 a más de treinta años de la irrupción del impresionismo; nuestro pintor no ha inventado un nuevo lenguaje, usa sí elementos expresivos de ese movimiento y los adapta con gran excelencia a su propia manera de interpretar la pintura, dándole sus propias características. Ahí está su originalidad…».

Y en la pág. 87: «sorprenden y a más de una persona chocan, los desbordes cromáticos, el empleo de los colores a menudo puros, la desaparición del claroscuro, a que están habituados a buscar en una obra, el empaste espeso utilizado por el artista, las pinceladas en breve y marcados toques, ajustados en pos de la tonalidad exacta, la búsqueda de la luz, intensa o tamizada, refinadísima,…»

Guillermo C. Rodríguez al principio sigue la influencia del impresionismo que estudia en Europa y que trajo Blanes Viale como forma de su lenguaje personal, pero luego evoluciona apoyándose en el pintor Cézanne. Sus paisajes al principio eran poco poblados y más adelante los animará con las imágenes de la vida rural (ranchos, animales, etc.).

Respecto al «planismo» uruguayo de la década de 1920/30, solo aparece en parte de algunos óleos suyos. Además su maestro Blanes Viale seguirá su lenguaje pictórico sin cambiar hasta el final.

EXPOSICIÓN DE «INDEPENDIENTES».

Participa en Exposición de pintores «independientes» en el «Ateneo» al separarse un grupo del «Círculo F. de Bellas Artes» por su arte académico, apoyado por los pintores Pedro Figari (Vicepresidente de Ateneo), Milo Beretta, Barradas, escultor Michelena, compositor Broqua, Arq. Nadal – Cruza cartas con el pintor Cúneo en París, explicándole la situación e invitándolo a participar (junio de 1912) con envío de cuadros.

La carta manuscrita que le envía el 7 junio 1912 a París a Cúneo, dice principalmente:

«Montevideo, Junio 7-1912 – Querido Cúneo:

Por cuestiones surgidas entre el Círculo F. de Bellas Artes y un grupo de expositores, se resolvió entre estos últimos y al cual yo también pertenezco, hacer una exposición de independientes, es decir, sin querer tener ya nada que ver con el Círculo, en el cual hay personas que a los jóvenes nunca los quisieron bien, por el espíritu estrecho que en materia de Arte tienen.

Entre los elementos que forman nuestro grupo se encuentran el Dr. Figari, Beretta, Pérez Barradas, Michelena, el compositor Broqua, Arq. Nadal y muchos otros que piensan y sienten el Arte como tú y yo.

El local nuestro es el Ateneo, del cual es vicepresidente Figari, y como socios de este centro es que se hará nuestra exposición, pues de este modo tendremos un local como ningún otro en Montevideo. Por ésta te aviso de lo que por aquí pasa y para invitarte a que tú también envíes algunos cuadros tuyos, que este es el deseo de todos nuestros amigos. Lo mismo le dices a Blanes Viale y Rosé a los cuales también les hago extensiva la invitación». Finaliza la carta «con abrazos de tu siempre amigo Guillermo Rodríguez».

Dicta conferencia en el Ateneo sobre el pintor español Anglada Camarasa, con crónicas periodísticas muy favorables.

El Diario «El Tiempo» le publica el 17/01/1912, una caricatura hecha por el pintor Barradas, y revista «La Caricatura» otra por Radaelli (julio de 1914).

El pintor Milo Beretta le realizó retrato al óleo, que años después será adquirido por el Museo Municipal para su acervo, para documentar temas escasos de este pintor.

En el año 1912 el Museo de Bellas Artes adquiere su óleo «Parvas» expuesto en planta baja muchos años, en su sede del Parque Rodó.

FALLECIMIENTO DEL PADRE.

Fallece su padre Guillermo P. Rodríguez el 6 de noviembre de 1912, agrimensor y poeta, perdiendo su apoyo artístico y material. El sepelio motiva notas en los diarios por la personalidad desaparecida, concurriendo al entierro en el Cementerio Central muchos intelectuales y figuras destacadas de Montevideo cultural y social.

REPORTAJE DEL AÑO 1958 QUE LO DEFINE AL PINTOR.

Adelantamos aquí cronológicamente el conceptual reportaje que se le realizó 18 meses antes de su fallecimiento, lo que permite comprender su posición y evolución pictórica desde el principio de esta biografía, hasta su madurez como hombre y artista.

En Semanario MARCHA del 4 de Marzo de 1958 y bajo el título de «Reportaje a G. Rodríguez» el crítico Arq. Fernando García Esteban lo entrevistó y escribió el siguiente artículo, donde se debate el contraste figurativo-abstracto, que más adelante volvemos a referir:

«Guillermo Rodríguez es por sobre todas las cosas un artista, y su larga y enriquecida experiencia humana a través de una vida de vastos horizontes culturales le conducen a la sinceridad de su posición personal.

Así enfrentado al problema del arte contemporáneo nos dice que encuentra que la pintura todavía se divide en dos grandes grupos; el primero de marcados rasgos intelectuales canalizadas en las corrientes abstractas, y el segundo formado por aquellos artistas que luchan por conservar los derechos adquiridos por el arte figurativo, que partiendo del impresionismo y luego de Cezanne, con su aporte reestructurador de las formas, «que salvó a la pintura del impresionismo ya que con él caía en lo difuso y sin solidez, y pedía una vuelta a la forma».

Considera que posteriormente se han suscitado una serie de corrientes que él solo considera tendencias de búsqueda, y de las que es figura rectora Picasso, ya que lanzó la principal teoría del siglo, el cubismo.

«Picasso es más lanzador de teorías que pintor» y cree que así hizo el pintor español en cada uno de sus hallazgos. Una vez resuelto el problema, lo abandona y pasa a otra cosa.

G. Rodríguez nos dice además que dentro del grupo abstracto se distinguen varias tendencias que constituyen una incógnita en consideración a su futuro, ya que se le hace difícil prever los resultados a que las mismas puedan conducir.-

«Contamos con un elemento que es nuevo a fuerza de ser olvidado». Es otra de las aseveraciones del artista y se refiere al arquitecto. Creyendo que la colaboración del mismo con el artista pintor o escultor conducirá a claros beneficios para la expresión pictórica o escultórica.-

Piensa además que esa vinculación llevará a desalojar el concepto de pintor puro para llegar al de pintor decorador, como sucede en los grandes momentos de la historia del arte». –

«Respecto a su obra Guillermo Rodríguez dice que en ella gravita poderosamente el momento que le ha tocado vivir, falto en nuestro medio de una tradición artística que apoyara la labor de los que como él comenzaron a trabajar a principios del siglo y que mantenerse fiel a los primeros conceptos que entonces hizo suyos es su camino. Nos señala que entiende la vigencia de las formas del arte actual, pero cree no debe traicionar su propia obra con un cambio que a la altura de su propia evolución sería falta de sentido.-En mi hora fui con muchos otros un «revolucionario» y contra la indiferencia e incomprensión del ambiente hubimos de luchar. Pero intentar cambiar para Rodríguez sería totalmente falso a la altura que se encuentra su obra».

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